Roma, Italia – La elección del nuevo Papa se ve ensombrecida por nuevos escándalos. A pesar de las sanciones impuestas por el Vaticano, el cardenal Juan Luis Cipriani Thorne, acusado de abuso sexual de un menor, participó en las congregaciones generales previas al cónclave, desafiando las restricciones impuestas.
Cipriani, exarzobispo de Lima y primer cardenal del Opus Dei, fue sancionado en enero de 2025 tras una investigación por una denuncia de abuso sexual contra un menor de 16 o 17 años en 1983. Si bien el cardenal niega las acusaciones, el Vaticano le impuso sanciones que incluyen la prohibición de usar símbolos cardenalicios y restricciones a su actividad pública. Su actual residencia en Madrid no le impide su presencia en Roma, donde asistió a las reuniones con vestimenta cardenalicia, generando controversia.
Aunque a sus 81 años no puede participar como elector en el cónclave (la edad límite es 80 años), su presencia ha generado un debate sobre la aplicación de las sanciones y la credibilidad de la Iglesia en su lucha contra los abusos sexuales. El portavoz vaticano, Matteo Bruni, afirmó que todos los cardenales pueden participar en las congregaciones generales, pero evitó comentar sobre posibles medidas contra Cipriani.
Este caso se suma a otros escándalos que han marcado los preparativos para la elección papal. El cardenal estadounidense Roger Mahony, de 89 años, acusado de encubrir abusos sexuales de menores, participó en las ceremonias fúnebres del Papa Francisco, generando críticas de organizaciones como Bishops Accountability. Mientras tanto, el cardenal italiano Angelo Becciu, condenado por fraude financiero, finalmente declinó participar en el cónclave tras un intenso debate y la revelación de cartas que confirmaban su exclusión.
La presencia de Cipriani en las reuniones previas al cónclave plantea serias interrogantes sobre la transparencia y la firmeza de la Iglesia Católica en su compromiso de erradicar los abusos sexuales y la corrupción dentro de sus filas. La falta de una respuesta clara del Vaticano ante la desobediencia de Cipriani deja una sensación de incertidumbre y alimenta las críticas hacia la institución. El cónclave, que comienza el 7 de mayo, llega marcado por una profunda división entre la retórica y la realidad de la lucha contra los abusos.








