viernes, julio 5, 2024

Luis Froylán Castañeda

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Claudia Sheinbaum tendrá que tomar la decisión de su vida en las próximas semanas; poner un alto a las tentaciones continuistas de López Obrador o abandonarse a sus brazos. Cuando se trata del poder, no hay soluciones intermedias y menos si lo ejercen personajes de apetitos despóticos. Jamás se resignan a que su tiempo acabó, llegan a tomar como dogma de fe que su presencia es necesaria, convencidos de que sin ellos el país colapsa. López Obrador es de esos personajes, lo demostró desde que llegó al gobierno, luego con el plebiscito “para que AMLO siga”. Lo ha demostrado en cada etapa de su gobierno, muere por que lo apunten en la historia como el héroe de la cuarta transformación.

Desde el domingo hacia acá, perdió hasta la urbanidad política con la mujer que, personalmente, eligió para sucesora. Deja claro que si por él es, permanece. Se atrevió a declarar que si Claudia Sheinbaum se lo pide, él se mantienen en la vida pública, siendo que mil veces dijo que terminando el sexenio se iría a su propiedad en Palenque. También desafió a al gran capital internacional con una declaración impulsiva y destemplada: “es primero la Justicia que los mercados”, enviando el mensaje de que hagan lo que hagan será votado el nefasto Plan C. No le importó que la presidenta electa hiciese malabares por evitar una crisis financiera de alcances mayores.

Sus aspiraciones continuistas son claras, lo que desconocemos es la reacción de Sheinbaum. Difícil decisión, él la eligió como sucesora, la cuidó de adversarios externos e internos, diseñó el método de selección a modo y durante todo el proceso la llevó sobre sus hombros hasta la candidatura. Después construyó y operó una elección de estado haciéndola ganar incuestionadamente. Sheinbaum le debe todo a López Obrador, sin él no sería más que una científica media compitiendo por las becas Conahcyt, ¿Cómo podría mostrar independencia de criterio, estando a su merced?.
Ya empoderada es otro asunto, el mismo López Obrador ha dicho, hipócritamente, que “No hay pelele con poder”. Por supuesto que si Claudia tuviese todo el poder no dudaría en marcar límites, estoy seguro, el problema es que los conserva él. Al menos hasta hoy no los tiene: él designó personalmente a todos los candidatos a senadores y diputados de Morena, a los gobernadores, sigue manejando al presupuesto discrecionalmente (“lo trae en la bolsa”, dice un exgobernador y otro sintetiza su poder en que “trae el dinero, la macana y el micrófono). Esos instrumentos del poder no los ha recibido Claudia Sheinbaum, el presidente sigue manejándolos como en su primer año de gobierno. Además, circunstancia particular a partir del presente sexenio, tiene sobre el cuello de la presidenta la guillotina del plebiscito, el famoso referéndum de medio sexenio con el cual ensayó fallidamente su primer ejercicio continuista.

Antes de la elección tenía la esperanza de que los mexicanos libres saliesen masivamente a las urnas propuestos a defender la democracia. El mismo domingo en la noche conocimos los resultados, no les importó. La Corte, el INE, la polarización, la violencia, el colapso en la salud son temas ajenos. Buena parte de la clase media, el llamado voto oculto, fue para el régimen no para la democracia. Con ese voto inesperado, los programas asistencialistas y los chanchullos que permitió la presidencia del INE cómplice del régimen, Claudia ganó por la enorme diferencia conocida. Con toda esa legitimidad social ¿permitirá que la ventana de septiembre sea fiesta del me voy pero me quedo?. Híjole, los días de la gran definición han llegado. Ahora, como están las cosas, tengo que apostar por Claudia Sheinbaum, rogándole a Dios que no resulte peor. Así de mal quedamos.Rompeolas

Evidencias del chanchullo
Reclaman lo que no ganaron
Noel hizo la hombrada

En la elección local Morena tuvo 630 mil votos, más o menos los mismos que César Duarte cuando ganó la gubernatura y, obviamente, Duarte con un padrón menor. Claudia Sheinbaum registró el increíble número de 885 mil y los candidatos a senadores 860 mil. ¿Por que la enorme diferencia, cerrémoslo en 250 mil votos, entre la elección estatal y la presidencial?. La respuesta es muy simple, hubo mano negra en la elección presidencial, fenómeno observado en todo el país. Que no se la crean tanto, ganaron con apoyo popular no previsto, cierto, pero también con el chanchullo del aparato.

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Sin la menor posibilidad de hacer mayoría simple en el Congreso local, ganado indiscutidamente por el Frente Opositor, Morena reclamará espacios administrativos en la Legislatura. No deben cederles ninguno, es un partido que cuando tiene el poder ningunea a las fuerzas minoritarias, como lo hicieron en ambas cámaras del Congreso de la Unión y, ahora con mayor razón, lo harán otra vez pues ganaron más claramente. Falta que definan los plurinominales y resuelvan las impugnaciones, por ejemplo en el primer distrito, pero no habrá cambios significativos, el PAN seguirá mandando con relativa holgura, en alianza con el PRI. Con otra, muy probablemente veremos a nuevos diputados “Terrazas”, cuestión de tiempo.

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Para como salieron los resultados en la elección federal, con porcentajes de Morena nunca vistos y menos esperados (ni ellos tenían esos cálculos), Noel Chávez hizo la hombrada en el noveno distrito. El conteo cerró con 1,200 votos a su favor, a pesar de que Teresita Ruiz y Ariadna Montiel volcaron en ese distrito cualquier cantidad de dinero, esperando recuperarlo para el oficialismo. Por supuesto impugnarán, no reconocen ninguna elección adversa y menos una por tan pocos votos, pero el PRI debe hacer una defensa muy maciza con sus mejores abogados, es un distrito que comprende 27 municipios de la zona serrana que no puede darse el lujo de permitir que Morena les robe en la mesa lo que no ganaron en las urnas.

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